La familia cumple una función importante en la aparición y el desarrollo del lenguaje del niño.
Recuerde que hablar se aprende hablando o mejor expresado: a hablar se aprende interactuando.
Conviene hablar mucho con los niños, preguntándoles por sus preferencias, amigos, actividades favoritas, etc.
Hay que procurar hacer de la comunicación un placer y no convertirlo en un bombardeo de preguntas.
Procurar colocarse a la altura de sus ojos cuando le hable. Esto facilitará llamar su atención y que vaya aprendiendo a hablar mejor.
Hablarle despacio pero procurando que sea de manera natural, no forzada.
Manifestarle entusiasmo y alegría cada vez que el niño pone interés en la actividad que está realizando, aunque no siempre le salga bien.
Entre los dos y los cinco años de edad, prácticamente todos los niños titubean al hablar, se detienen a menudo, repiten sílabas y palabras. Estas disfluencias en el habla son normales.
Si se bloquea o tartamudea un poco, evita las situaciones que le generan ansiedad y aumentan estos bloqueos: hacerle repetir lo que no dice bien, agobiarlo con preguntas, obligarlo a contar si no quiere, etc….
Asegúrate de que su habla no es ridiculizada por las personas de su entorno.
No se le debe proteger demasiado. Un exceso de protección puede provocar un retraso en el lenguaje. Procure no hablarle con diminutivos.
Intente que el niño participe en las distintas actividades cotidianas de la casa: recoger los juguetes, hacer la cama,…
No le refuerce la expresión defectuosa, que en un principio puede parecer graciosa. Repítale la palabra correctamente, por ejemplo:
→ Niño: “papo”
→ Adulto: “zapatos, ¿Quieres los zapatos?, toma los zapatos”.
Recuerde que hablar se aprende hablando o mejor expresado: a hablar se aprende interactuando.
Conviene hablar mucho con los niños, preguntándoles por sus preferencias, amigos, actividades favoritas, etc.
Hay que procurar hacer de la comunicación un placer y no convertirlo en un bombardeo de preguntas.
Procurar colocarse a la altura de sus ojos cuando le hable. Esto facilitará llamar su atención y que vaya aprendiendo a hablar mejor.
Hablarle despacio pero procurando que sea de manera natural, no forzada.
Manifestarle entusiasmo y alegría cada vez que el niño pone interés en la actividad que está realizando, aunque no siempre le salga bien.
Entre los dos y los cinco años de edad, prácticamente todos los niños titubean al hablar, se detienen a menudo, repiten sílabas y palabras. Estas disfluencias en el habla son normales.
Si se bloquea o tartamudea un poco, evita las situaciones que le generan ansiedad y aumentan estos bloqueos: hacerle repetir lo que no dice bien, agobiarlo con preguntas, obligarlo a contar si no quiere, etc….
Asegúrate de que su habla no es ridiculizada por las personas de su entorno.
No se le debe proteger demasiado. Un exceso de protección puede provocar un retraso en el lenguaje. Procure no hablarle con diminutivos.
Intente que el niño participe en las distintas actividades cotidianas de la casa: recoger los juguetes, hacer la cama,…
No le refuerce la expresión defectuosa, que en un principio puede parecer graciosa. Repítale la palabra correctamente, por ejemplo:
→ Niño: “papo”
→ Adulto: “zapatos, ¿Quieres los zapatos?, toma los zapatos”.
Se puede reforzar la palabra en cuestión, intentando decirla alta y clara. Hay que brindarle el modelo correcto “zapatos” de manera clara. A manera de juego, sin forzar. Puede invitarle a repetir la palabra:
→ Adulto: “venga, vamos a decir zapato…, preparado, listo….za-pa-to”.
(Intentar silabear y que el niño repita las sílabas, para después repetir la palabra entera).
No le diga al niño mientras habla que se detenga o comience de nuevo, intente hacer de la comunicación un placer, que no sea vivida como un examen continuo.
Muestre interés por lo que quiere comunicarle. Si en un momento no puede atenderlo, aplácelo para otra ocasión en que pueda hablar con él de forma relajada.
Intente hacer preguntas que eviten un simple si- no. Por ejemplo: ¿Quieres una manzana o una pera?
Presentar enunciados inacabados para que los pueda terminar, por ejemplo: “ahora vamos a….”, “esto es una…”. Después es bueno repetir la frase entera para brindarle el modelo de la frase completa: “si, esto es una gallina”.
Hay que tener en cuenta que los niños pueden necesitar de un tiempo más largo para poder contestar y hablar. Respétenselo, permítanle su tiempo para que pueda pensar y hablar. ¡No os anticipéis!
Podemos hacer uso de fotografías para provocar el lenguaje, en revistas, cuentos, retratos,…
Tenga en cuenta que a los niños les hace más ilusión hablar sobre lo que van a hacer, que de lo que ya han hecho.
Actuar como un traductor simultáneo, de tal manera que cuando el niño diga alguna frase que no se le entiende, nosotros se la repitamos bien, para darle un modelo verbal adecuado, por ejemplo:
→Niño: “a come a aea asa”
→Adulto: “para comer en la taza, si… la leche nos la bebemos en la taza”.
Alargar la frase dicha por el niño, por ejemplo:
→ Niño: “oso llora”
→ Adulto: “si, el oso llora porque se cayó”….”se cayó del árbol”… “el oso llora porque se cayó del árbol”.
Exigirle una respuesta verbal aunque nosotros sepamos lo que nos está pidiendo. Si el niño tiene dificultades para decir lo que quiere, se le puede ayudar haciéndole preguntas del tipo: ¿Qué quieres, la pelota o la muñeca?, intentando decir en último lugar lo que pensamos que nos quiere decir, de ésta manera el niño tiene un modelo que puede imitar.
Es conveniente cantarle canciones, contarle cuentos, rimas, poesías, adivinanzas y participar con él en los juegos y diversiones.
Son muy interesantes los ejercicios de soplar: pompas de jabón, molinillos, plumas, pitos, etc.
Debemos saber escuchar, tener calma y paciencia, dar tiempo a que el niño se exprese y no contestar por él.
Tenga en cuenta los defectos físicos que guardan una relación directa con el habla:
→ Adulto: “venga, vamos a decir zapato…, preparado, listo….za-pa-to”.
(Intentar silabear y que el niño repita las sílabas, para después repetir la palabra entera).
No le diga al niño mientras habla que se detenga o comience de nuevo, intente hacer de la comunicación un placer, que no sea vivida como un examen continuo.
Muestre interés por lo que quiere comunicarle. Si en un momento no puede atenderlo, aplácelo para otra ocasión en que pueda hablar con él de forma relajada.
Intente hacer preguntas que eviten un simple si- no. Por ejemplo: ¿Quieres una manzana o una pera?
Presentar enunciados inacabados para que los pueda terminar, por ejemplo: “ahora vamos a….”, “esto es una…”. Después es bueno repetir la frase entera para brindarle el modelo de la frase completa: “si, esto es una gallina”.
Hay que tener en cuenta que los niños pueden necesitar de un tiempo más largo para poder contestar y hablar. Respétenselo, permítanle su tiempo para que pueda pensar y hablar. ¡No os anticipéis!
Podemos hacer uso de fotografías para provocar el lenguaje, en revistas, cuentos, retratos,…
Tenga en cuenta que a los niños les hace más ilusión hablar sobre lo que van a hacer, que de lo que ya han hecho.
Actuar como un traductor simultáneo, de tal manera que cuando el niño diga alguna frase que no se le entiende, nosotros se la repitamos bien, para darle un modelo verbal adecuado, por ejemplo:
→Niño: “a come a aea asa”
→Adulto: “para comer en la taza, si… la leche nos la bebemos en la taza”.
Alargar la frase dicha por el niño, por ejemplo:
→ Niño: “oso llora”
→ Adulto: “si, el oso llora porque se cayó”….”se cayó del árbol”… “el oso llora porque se cayó del árbol”.
Exigirle una respuesta verbal aunque nosotros sepamos lo que nos está pidiendo. Si el niño tiene dificultades para decir lo que quiere, se le puede ayudar haciéndole preguntas del tipo: ¿Qué quieres, la pelota o la muñeca?, intentando decir en último lugar lo que pensamos que nos quiere decir, de ésta manera el niño tiene un modelo que puede imitar.
Es conveniente cantarle canciones, contarle cuentos, rimas, poesías, adivinanzas y participar con él en los juegos y diversiones.
Son muy interesantes los ejercicios de soplar: pompas de jabón, molinillos, plumas, pitos, etc.
Debemos saber escuchar, tener calma y paciencia, dar tiempo a que el niño se exprese y no contestar por él.
Tenga en cuenta los defectos físicos que guardan una relación directa con el habla:
- Respirar frecuentemente por la boca puede indicar un problema respiratorio, que puede repercutir en el habla y en la constitución general del niño.
- El frenillo de la lengua impide una buena movilidad lingual.
- Una mala oclusión dental puede ser la causa de la articulación incorrecta.
- Hay que estar seguros de que el niño oye perfectamente.
- Acuda siempre a un especialista si observa alguna dificultad.
- Procure que mastique bien la comida y que ésta no esté muy triturada, evitando también los biberones y los chupetes más allá de la edad recomendada. A partir de los dos años debería llevar una alimentación totalmente normalizada.
- Los órganos que intervienen en la masticación están relacionados directamente con el habla.